UN PAÍS AL GARETE EN SEGURIDAD Y AD PORTAS DE LA DESCERTIFICACIÓN POR SU FALLIDA POLÍTICA ANTIDROGAS
- William Stiven Rojas Rincon
- 29 abr
- 3 Min. de lectura

La situación de Colombia en materia de seguridad y política antidrogas es, sin lugar a dudas, alarmante. A tres años del inicio del gobierno de Gustavo Petro, el país no solo enfrenta el riesgo inminente de ser descertificado por Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico, sino que además vive una escalada de violencia narcosubversiva sin precedentes recientes.
Las cifras y los hechos hablan por sí solos: un país al garete, a la deriva de un liderazgo que, en lugar de enderezar el rumbo, se ha sumido en la confusión, la ineficiencia y el escándalo permanente.
Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Colombia registra 253.000 hectáreas de cultivos de coca, una cifra que sigue en aumento desde el inicio de este mandato. Los departamentos más afectados son:
Nariño: 63.000 hectáreas
Norte de Santander: 50.000 hectáreas
Putumayo: 39.000 hectáreas
Cauca: 32.000 hectáreas
Antioquia: 18.000 hectáreas
Caquetá: 12.000 hectáreas
Estos seis departamentos concentran más del 80% del total de cultivos ilícitos, convirtiéndose en verdaderos fortines del narcotráfico y del crimen organizado.
La droga no solo destruye el tejido social de las regiones donde se cultiva, sino que también actúa como el combustible que alimenta la metástasis de la violencia narcosubversiva. Grupos armados, disidencias de las FARC, ELN, Clan del Golfo y otras organizaciones criminales han encontrado en el narcotráfico una fuente inagotable de financiación para perpetrar atentados, asesinatos de líderes sociales, militares y policías.
Colombia ha registrado un incremento preocupante de estos crímenes: más de 200 líderes sociales asesinados en los últimos tres años y más de 400 ataques contra miembros de la fuerza pública.
Este recrudecimiento de la violencia, sumado a la creciente inseguridad en zonas urbanas y rurales, ha convertido a Colombia en un país poco atractivo para la inversión extranjera. Durante los últimos tres años, un importante número de multinacionales y grandes empresas han cerrado operaciones, ¿Las razones? Falta de garantías financieras, jurídicas, inseguridad rampante y una asfixiante carga tributaria que desincentiva cualquier esfuerzo emprendedor.
Mientras tanto, el Gobierno parece gravitar en una especie de burbuja ideológica alejada de la cruda realidad nacional. En lugar de corregir el rumbo, insiste en discursos atiborrados de retórica incongruente, promesas incumplidas y una visión de país que parece más un experimento social que un proyecto serio de administración pública.
El círculo cercano del presidente no escapa al desprestigio. Cada día, nuevos escándalos de corrupción salpican a su administración: contratos irregulares, mal manejo de recursos públicos, tráfico de influencias y acusaciones graves contra familiares directos. Como decimos popularmente, "no le ha pegado a un conejo, mucho menos al elefante". La falta de resultados es clamorosa.
A este escenario preocupante se suma la creciente inquietud sobre el estado de salud y de conciencia del propio mandatario. Declaraciones erráticas, discursos confusos y comportamientos públicos que despiertan serias dudas han aumentado los rumores sobre presuntas adicciones, cuestionando su capacidad real para ejercer el cargo.
La descertificación por parte de Estados Unidos, que podría oficializarse este próximo 15 de septiembre, no sería un mero formalismo diplomático: tendría consecuencias devastadoras. Colombia perdería el 50% de la ayuda económica estadounidense, acceso a créditos internacionales, apoyo en seguridad e inteligencia, y enfrentaría sanciones comerciales. En términos simples: un retroceso económico y diplomático de proporciones históricas.
La política de "paz total", abandonando la lucha contra los narcotraficantes a cambio de negociaciones fallidas, ha fracasado rotundamente.
Hoy Colombia necesita menos discursos ideológicos y más acciones concretas, menos teorías revolucionarias y más gestión efectiva.
Si el gobierno actual no logra corregir su rumbo en estos meses críticos, el país corre el riesgo de caer en una espiral de inseguridad, pobreza y aislamiento internacional de la que será muy difícil recuperarse.
Es hora de que el Gobierno aterrice de su "nube intergaláctica" y entienda que dirigir una nación requiere más que soñar: requiere gobernar con eficacia, responsabilidad y, sobre todo, respeto por los ciudadanos que confiaron en su palabra.
Columna de Opinión
Silverio Jose Herrera Caraballo
Abogado, comunicador, asesor, consultor, analista e investigador en seguridad, convivencia ciudadana y orden público.
LA REACCIÓN PRENSA
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