LA PARADOJA DE OTTY PATIĆO
- William Stiven Rojas Rincon
- 22 ene
- 3 Min. de lectura

El nombramiento de Otty PatiƱo como Alto Comisionado para la Paz ha sido una decisión controvertida desde el principio, un ex miembro del M19, el grupo terrorista que pasó de las armas a la polĆtica tras un proceso de desmovilización, donde por casualidad tampoco pagaron por sus culpas y pecados, en su gran mayorĆa fueron indultados, incluso el hoy mandatario de los colombianos.
Si los mismos que quemaron el palacio de justicia y asesinaron a magistrados y civiles, pero, que como hecho curioso tambiĆ©n solo han sido condenados los militares y policĆas que recuperaron el palacio del magnicidio cometido por el M19, mientras los perpetradores pasaron a la polĆtica y hoy son impolutos, probos y presidente. Ā PatiƱo se enfrentado al desafĆo de liderar una de las apuestas mĆ”s ambiciosas del presidente: la "paz total". Sin embargo, lo que en teorĆa parecĆa una estrategia innovadora, en la prĆ”ctica se ha convertido en una travesĆa incierta llena de contradicciones y falta de resultados concretos.

PatiƱo parece haberse transformado en un comisionado "fantasma", cuya presencia mediĆ”tica oscila entre gestos de agradecimiento y disculpas dirigidas a los mismos grupos que perpetĆŗan la violencia en el paĆs. Mientras tanto, los resultados tangibles de su gestión brillan por su ausencia. Las negociaciones avanzan a paso de tortuga, las comunidades afectadas por el conflicto siguen esperando soluciones reales, y los violentos parecen haber encontrado en esta falsa y cómplice "paz total" una oportunidad para fortalecer su control territorial y aumentar sus exigencias.
El problema de fondo no es solo la figura de PatiƱo, sino la arquitectura misma de la polĆtica de paz total. Una estrategia que promete negociar simultĆ”neamente con grupos tan dispares como el ELN, disidencias de las FARC, bandas criminales y estructuras del narcotrĆ”fico no solo es utópica, sino tambiĆ©n peligrosa. La falta de una hoja de ruta clara y de objetivos definidos ha llevado a abrir una agenda de pĆ”ginas indefinidas, donde los violentos dictan los tĆ©rminos mientras el Estado parece perder cada vez mĆ”s autoridad.
Los gestos simbólicos y las concesiones unilaterales solo han servido para debilitar la confianza de la opinión pĆŗblica en la capacidad del gobierno de liderar un proceso serio. Las comunidades en las regiones mĆ”s golpeadas por el conflicto no necesitan mĆ”s discursos ni reuniones sin conclusiones. Necesitan resultados: el cese efectivo de hostilidades, el desmantelamiento de economĆas ilĆcitas y la garantĆa de derechos fundamentales.

ĀæHasta dónde hay que llegar para que el gobierno entienda que la polĆtica de paz total estĆ” mal diseƱada? La estrategia actual carece de realismo y de mecanismos efectivos para garantizar su cumplimiento. Sin un enfoque integral que incluya tanto medidas de seguridad como desarrollo social, cualquier acuerdo serĆ” papel mojado. Mientras tanto, la gestión de PatiƱo no solo pone en duda su capacidad de liderar estos procesos, sino tambiĆ©n la seriedad del gobierno frente a una de las problemĆ”ticas mĆ”s complejas del paĆs.
El paĆs necesita una paz que sea mĆ”s que un eslogan polĆtico. Requiere liderazgos capaces de negociar con firmeza, de exigir compromisos reales a los actores armados y de diseƱar una estrategia que priorice a las vĆctimas y a las comunidades vulnerables. Otty PatiƱo y la polĆtica de paz total deben ser revisados con urgencia, porque el tiempo apremia y la paciencia de un paĆs cansado de promesas vacĆas tambiĆ©n.
Columna de Opinión
Silverio Jose Herrera Caraballo
Abogado, comunicador, asesor, consultor, analista e investigador en seguridad, convivencia ciudadana y orden pĆŗblico.




