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EL ESPÍRITU INMORTAL DE LOS LANCEROS: VI ENCUENTRO DE LANCEROS EXPERTOS

Lanceros

El pasado 27 de septiembre, en las instalaciones de la emblemática Escuela de Lanceros del Ejército Nacional de Colombia, en Tolemaida, se llevó a cabo el VI Encuentro de Lanceros Expertos o Instructores de Lanceros, un espacio que reunió nuevamente a quienes, con sudor, disciplina y carácter, forjaron el alma misma de esta institución, reconocida hoy como cuna de los mejores combatientes del país y del mundo.


Hablar de la Escuela de Lanceros es hablar de historia, sacrificio y un sello de honor que trasciende generaciones. Fundada en 1955 bajo el liderazgo del coronel Ralph Puckett, veterano de las guerras de Corea y Vietnam, marcó un antes y un después en la doctrina militar colombiana. Inspirada en tácticas de combate irregular y enfocada en escenarios de conflicto asimétrico, la Escuela nació como respuesta a la necesidad del Ejército Nacional de fortalecer su capacidad frente a los grupos armados que operaban en las montañas del país.


Lanceros veteranos

El propósito fundacional fue claro: entrenar a oficiales y suboficiales en planificación de misiones, supervivencia y operaciones en terrenos irregulares, donde la fortaleza física debía ir de la mano con la resistencia mental. Desde entonces, la Escuela de Lanceros, ubicada en el Fuerte Militar de Tolemaida, se ha convertido en un referente no solo en Colombia, sino en el mundo entero, llegando a recibir militares de diversas naciones que buscan formarse bajo su rigurosa doctrina.


El lema de la escuela, sencillo pero contundente, resume lo que significa ser lancero: LEALTAD, VALOR, SACRIFICIO. “Lancero sí”. Detrás de estas palabras está la voluntad férrea, el arrojo y la valentía de quienes superan uno de los cursos más exigentes de la milicia mundial. Ser lancero es un honor que se conquista con jornadas extenuantes que ponen al límite la resistencia humana. Quien porta la boina y el distintivo de lancero sabe que pertenece a una hermandad que lo marcará para siempre.


INTERLANZA

El encuentro de este año no fue la excepción en cuanto a carga simbólica y emocional. Más allá de la organización —a cargo de un comité independiente con nutrida participación de afiliados a INTERLANZA— destacó la mística intacta de los veteranos. A pesar del paso de los años, los lanceros siguen irradiando ese espíritu indoblegable que los caracteriza. La camaradería, los recuerdos de viejas jornadas y el orgullo de haber llevado con dignidad el nombre de la Escuela fueron el eje de la jornada.


Durante el evento se celebraron actos que reforzaron los lazos de fraternidad. Cinco lanceros fueron afiliados a Interlanza y recibieron la Medalla Cruz de Honor, símbolo del compromiso vivo aún después de dejar las aulas de Tolemaida. De forma especial, al Teniente Coronel Castellanos, actual comandante de la ESLAN, se le impuso la Gran Cruz de Honor de Interlanza, en reconocimiento a su liderazgo en la preservación y fortalecimiento del legado lancero.


La emotividad se intensificó con la entrega de la réplica de la Estatuilla del Lancero al señor Sargento Primero (V) Plazas, quien lleva más de quince años afiliado a Interlanza y ha demostrado profundo sentido de pertenencia y colaboración. Gestos como este reafirman que ser lancero no es un título archivado en la memoria, sino una condición que acompaña al combatiente a lo largo de toda su vida.


Lancero sí

El evento contó también con la presencia de personalidades referentes en la historia de los lanceros: el Coronel Alonso Romero, el Teniente Coronel Hernando Lozada (excomandante de Interlanza) y el doctor Camilo Bernal, hijo del fundador de la Escuela de Lanceros. Su participación recordó que esta institución no es solo un centro de instrucción militar, sino un legado familiar, social y patriótico que atraviesa los años.


En definitiva, el VI Encuentro de Lanceros Expertos fue mucho más que una reunión: fue un acto de reafirmación de identidad, memoria viva y hermandad inquebrantable. Los veteranos que se dieron cita en Tolemaida ratificaron que el espíritu lancero no se marchita con el tiempo, sino que se fortalece en cada experiencia compartida, en cada historia recordada y en cada gesto de reconocimiento hacia quienes mantienen intacta su esencia.


Ser lancero es haber enfrentado el límite y vencerlo. Es llevar en el corazón el compromiso de servir a Colombia, incluso más allá del uniforme. Por eso, cada encuentro, cada insignia entregada y cada abrazo entre compañeros refuerzan una verdad incuestionable: los lanceros no se rinden jamás, porque el honor y la mística son eternos.

LANCERO SÍ.


Columna de Opinión

SILVERIO HERRERA C

LA REACCIÓN PRENSA

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