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LA DERECHITA COBARDE

Actualizado: 8 ene 2024


LA DERECHITA COBARDE

En los últimos días, observo con espeluznante terror cómo los partidos políticos que profesan una ideología de derecha cada vez tienen más miedo de salir a la calle y unirse al pueblo, a menudo carente de verdaderos liderazgos. Esto ocurre no solo en Colombia, donde la oposición al presidente Petro se vuelve cada vez más irrisoria, descoordinada y sin un propósito claro, un tema al que me referiré más adelante. También sucede en España, donde parece más probable que ocurra un milagro a que el Partido Popular sea capaz de declarar una huelga general ante la situación política del país. Además, la ya cantada victoria de Javier Milie en Argentina es una buena noticia para aquellos que amanecer en Latinoamérica con un gobierno menos de izquierda, pero es triste ver cómo la derecha queda relegada a un segundo plano y a una segunda voz para aquellos que tenemos una ideología conservadora.


Estos son solo algunos ejemplos de lo que podría enunciarse. ¿Por qué sucede esto? La pregunta persiste debido a la extrema desconexión de los líderes de derecha con las causas nacionales y la venta de principios fundamentales por razones burocráticas. Es increíble que el Partido Conservador Colombiano no haya presentado un candidato en las elecciones de Bogotá, o que el Partido Popular Español titubee al declarar una huelga general debido a cuotas burocráticas. La venta de principios institucionales, el éxodo de liderazgos hacia otros partidos en busca de un futuro político, y la falta de medidas necesarias para preservar la institucionalidad son problemas comunes en la mayoría de los movimientos de derecha.


Los movimientos de derecha siempre han buscado tener una carga de superioridad moral, lo cual les ha impedido acercarse a las clases más populares. Esto resulta en que los políticos de derecha sean despectivamente asociados con adjetivos como "rico", "millonario" e "individualista", entre otros estigmas. Existe la idea errónea de que la derecha siempre ha sido la corriente dominante en el poder y que la mayoría de los males de la población provienen de ella. Para muchos militantes de estos partidos, que dicen ser de derecha solo de nombre, no les incomoda esta posición, de hecho, les otorga una sensación de superioridad al considerarse hacedores de la verdad, olvidando los principios de las instituciones que representan y el bien común.


Este discurso que se escucha en las calles es el resultado de una guerra dialéctica perdida hace muchos años, donde se plantea que los movimientos con una ideología más de izquierda han estado más cercanos a la población civil, mientras que la derecha ha permanecido en un pedestal alejada de las clases menos favorecidas. Aunque en muchos casos esto no es cierto, como reza el refrán, "quien gana las guerras, cuenta las historias", y en este caso, la absorción de la ideología de izquierda en sindicatos e instituciones educativas hace difícil cambiar el discurso. También es cierto que los mismos movimientos no ayudan a cambiar este papel, ya que muchos líderes se sienten cómodos y, en este momento político dinámico, dejar fuera del discurso a la mayoría de la población debería considerarse un pecado capital.


Colombia tiene una particularidad interesante: existe un pueblo extremadamente conservador, católico y creyente en las instituciones, el trabajo libre y otros dogmas en los que se basa gran parte de la doctrina conservadora o de derecha. Sin embargo, no hay un partido conservador que represente estos principios, ya que el partido que alguna vez fue predominante en la escena política colombiana se ha convertido en un mero comité de aplausos para cada gobierno de turno, ya sea cercano o lejano a sus principios. Esto ha llevado a la pérdida del liderazgo que solía tener, convirtiéndose en un fortín de puestos burocráticos controlados por caciques regionales, a quienes les interesa poco o nada el verdadero poder.


Este momento de la historia debería ser una oportunidad de oro para el partido conservador, que debería estar en la oposición ante un gobierno contrario a la mayoría de las banderas que antaño defendía. Sin embargo, ha dado un paso al costado para asegurar su porción burocrática dentro de las instituciones. Como resultado, otros movimientos ocupan el papel que debería liderar el Partido Conservador, a menudo pasando por alto las propuestas del gobierno solo para conservar esas porciones burocráticas. Supongo que la historia castigará a esta dirigencia de la manera que se merece.


Ejemplificando el caso colombiano, vemos cómo la derecha pierde cada vez más posiciones de poder con discursos más atractivos, lo que conduce a la condenación de la derecha a una segunda voz. Estamos presenciando cómo queda relegada a la forma estática del siglo XX de hacer política, sin estar preparada para esta nueva forma dinámica.


Columa de Opinión

Jorge Luis Téllez Báez

Abogado Especialista en Derecho administrativo

Profesional en Gobierno y relaciones internacionales

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