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MANIFIESTO CIUDADANO POR COLOMBIA

Manifiesto-Colombia

 

Colombianos:

 

Llegó la hora de hablar con franqueza, sin maquillaje, sin discursos vacíos. Nuestro país está al filo del abismo. Lo sabemos todos: lo siente el campesino en su parcela, el joven en la universidad, el obrero en su jornada, el empresario en su inversión y el ciudadano de a pie en la inseguridad de la calle. Colombia está cansada, golpeada y decepcionada.

 

Pero no estamos vencidos. Aún tenemos tiempo.

 

Por eso, a quienes hoy se postulan o sueñan con postularse a la presidencia, les decimos con respeto y firmeza: abajo los egos, abajo el deseo de protagonismo. Más compromiso, más responsabilidad. La presidencia de la República no es una herencia de apellidos, ni un premio para el más audaz, ni el trofeo de una carrera de vanidades. La presidencia es el mayor acto de servicio a la nación.

 

Vemos desfilar precandidatos como en una romería interminable: unos con experiencia, otros con apenas una hoja de vida fugaz. Políticos, independientes, empresarios, generales, periodistas… todos creyéndose con derecho a ser presidentes. No se equivoquen: Colombia no necesita otro caudillo, ni un vendedor de ilusiones, ni un populista de discursos fáciles. Necesita un líder verdadero, que una, que organice, que devuelva la confianza perdida.

 

Les pedimos: siéntense juntos, hablen, discutan con respeto, lleguen a consensos, construyan una propuesta común. El pueblo no soporta más divisiones. Este no es el país de Uribe, ni de Santos, ni de Petro, ni de Vargas, ni de Galán. Este es el país de todos. Y es el país que hoy grita ¡basta ya!

 

Nuestro llamado no se queda en la clase política. Este manifiesto es también para los empresarios, los comerciantes, los campesinos, los ganaderos, los estudiantes, los soldados y policías, los maestros, los obreros, incluso para quienes han tomado el camino equivocado de la ilegalidad. Colombia es una sola, y a todos nos corresponde salvarla.

 

A la izquierda le decimos: reconozcan sus errores. Prometieron cambio y entregaron más de lo mismo, incluso peor. A la derecha: no más comodidad en la crítica sin propuestas. Al centro: no más mezquindad ni división en intereses individuales. A los ciudadanos: no más fanatismo ni aplausos fáciles para quienes dividen.

 

Este es un llamado a la unidad nacional, a dejar de lado la soberbia y el sectarismo. Colombia necesita un pacto sincero, no de partidos, sino de nación. Un pacto por la vida, por la seguridad, por la justicia, por la educación, por la tierra y por el trabajo digno.

 

Seamos claros: el país de Shakira, de Falcao, de las mariposas amarillas, del mar de los siete colores, de la cumbia, el vallenato y la chirimía, del café, el plátano y el algodón, merece algo mejor que políticos enfrentados por cuotas de poder. Merece un gobierno que piense primero en la gente y no en las encuestas.

 

Colombia no aguanta más corrupción, más violencia, más promesas incumplidas. No queremos discursos de odio ni falsos mesías. Queremos un país que resucite de sus cenizas, que se reconcilie consigo mismo y que le muestre al mundo que sí es posible dejar atrás tanta tragedia.

 

Hoy, desde este manifiesto ciudadano, proclamamos:

 

Que la presidencia no es un botín, sino una responsabilidad sagrada.

 

Que la política no es negocio, sino servicio.

 

Que el futuro no puede seguir hipotecado a la vanidad de unos pocos.

 

Que Colombia es de todos, no de partidos ni de caudillos.

 

Que la paz verdadera no es una consigna vacía, sino un esfuerzo colectivo.

 

 Colombianos: aún no hemos caído en el abismo. Estamos al borde, sí, pero todavía hay tiempo. Si dejamos a un lado los egos y el egoísmo político, si nos reconocemos como hermanos, si nos unimos en lo esencial, podremos recuperar la nación que soñamos.

 

El 2026 no puede ser una pelea de bandos. Debe ser el año en que pensemos en Colombia y no en ideologías, en nación y no en partidos, en futuro y no en revanchas.

 

Este manifiesto es un grito, pero también una esperanza. Es un llamado crítico, pero reflexivo. Es un reclamo, pero también una invitación.

 

Porque Colombia no quiere más división. Colombia quiere unidad. Colombia quiere paz. Colombia quiere renacer


NOTA DE OPINIÓN SILVERIO HERRERA C LA REACCIÓN PRENSA

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