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VOLVIERON LOS CUATREROS: UN LLAMADO SOLIDARIO AL CAMPO SUCREÑO


campo sureño en crisis de reses

El eco de la sabana sucreña sigue clamando por atención inmediata ante la desatada ola de abigeato en su zona rural. El reciente incremento del abigeato (el pasado mes fueron más de 250 reses perdidas) no solo refleja una problemática de seguridad, sino un desafío social, económico y humano que exige unidad, cooperación y sensibilidad institucional. No se trata de señalar culpables, sino de buscar construir soluciones conjuntas que devuelvan la confianza a quienes cada día siembran, crían y trabajan por mantener viva la economía rural para el caso que nos ocupa, el sector ganadero.


Los ganaderos, pequeños y grandes, son columna vertebral del desarrollo regional. Su esfuerzo constante garantiza alimento, empleo y movimiento económico en buena parte del territorio. Pero hoy ese sector se siente vulnerado, no solo por las pérdidas materiales, sino por la sensación de desprotección. El abigeato hiere el alma productiva del ganadero Sucreño, y es deber de todos (autoridades, instituciones y ciudadanía) brindar respaldo real y permanente.


Hay que reconocer que tanto la Secretaría del Interior de Sucre en cabeza de Mileicy Barrios Chávez, la Policía Nacional como el Ejército y la Armada, han mostrado voluntad de enfrentar el problema. Sin embargo, la magnitud del fenómeno demanda una estrategia más amplia: una alianza integral por la seguridad rural, en la que participen activamente las asociaciones ganaderas, las juntas de acción comunal, los alcaldes, y también de nosotros como medios de comunicación, que podemos ser aliados claves en la difusión de alertas tempranas y la promoción de la denuncia.


Sin contradecir lo manifestado en el párrafo anterior, No basta solo con más controles o emisión de decretos; se requiere presencia constante en el territorio. La instalación de patrullas rurales mixtas, apoyadas en tecnología y comunicación directa con los productores, puede marcar una diferencia. Asimismo, urge fortalecer la judicialización efectiva, evitando que el esfuerzo policial o militar se pierda en trámites o vacíos procesales. La ley debe sentirse en el campo, no solo en los comunicados.


De igual forma, sería valioso promover una cultura de cooperación entre los mismos ganaderos: mejores y efectivas redes de apoyo, monitoreo compartido, sistemas de aviso rápido y capacitaciones sobre seguridad preventiva. Si cada finca se convierte en un punto de vigilancia solidaria, el delito encontrará menos espacios para operar.


Pero también hay un componente humano que no debe olvidarse. El productor ganadero necesita sentir que el Estado le pertenece, que su esfuerzo vale y su voz es escuchada. Un gesto de acompañamiento, en el sentido de generar mayor presencia institucional, una visita, una reunión en veredas, en los predios, una jornada de diálogo entre autoridades y productores puede devolver esa confianza que el miedo y la impunidad han ido socavando.


Sucre tiene historia, tiene coraje y tiene un campo fértil que resiste. Por eso, este llamado no es una queja: es una invitación a reconstruir la esperanza desde la acción colectiva. Porque el verdadero triunfo no será cuando arresten a los cuatreros, sino cuando el campesino vuelva a dormir tranquilo, sabiendo que su ganado, su esfuerzo y su familia están protegidos.


La seguridad rural no debe verse como un gasto, sino como una inversión en la paz y la dignidad del campo. Los ganaderos no piden privilegios, piden justicia y acompañamiento. Y Sucre, tierra de nobleza y trabajo, merece ese respaldo.


Que esta columna sirva como puente entre el reclamo y la propuesta, entre la preocupación y la acción. Que la voz del campo no se apague entre el ruido de la indiferencia. Porque cada vaca hurtada es una herida abierta en la economía, pero cada acto de solidaridad es una semilla de esperanza que puede hacer renacer la confianza en nuestras sabanas.


NOTA DE OPINIÓN

SILVERIO HERRERA C

LA REACCIÓN PRENSA

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