Universidad Externado de Colombia certifica a pospenados como auxiliares contables en alianza con el INPEC
- La Reacción Prensa
- hace 3 días
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Algunos de los estudiantes del diplomado han pasado de vivir en las calles a estudiar y formarse para continuar con un proceso de resocialización. El objetivo es brindarles una segunda oportunidad en alianza con Casa Libertad y el INPEC.
El diplomado del Externado que cambia vidas de pospenados
Pensar en máquinas del tiempo en 2025, quizá todavía sigue siendo una idea que se acerca al mundo de la ciencia ficción. De la fantasía. La idea de viajar entre el presente, el pasado y el futuro todavía es lejana. Pero qué pasa con aquellas personas que son pospenadas. Aquellas que pueden experimentar un salto en el tiempo. En medio de la cotidianidad, detenerse a meditar en que un individuo que estuvo privado de la libertad por tres, cinco años, o incluso, una década, y que luego de eso sale a un mundo desconocido, puede que no sea un pensamiento muy usual. Pero así sucede…

Una vez cumplido el tiempo en prisión, una persona puede encontrarse con una realidad totalmente diferente: tecnología que no existía o desconocía, nuevas autopistas que fueron construidas o terminadas, familiares que fallecieron o ya no están, y la incertidumbre de un mundo que tiene una ley, la supervivencia. Y donde trabajar es lo usual para poder comer, tener ropa y una vivienda donde dormir. El instinto de supervivencia marca el día a día. Eso lo sabe Israel Vargas, quien estuvo y vivió en las calles desde pequeño, y se acogió a las normas del “más avispado”. Él aprendió a hurtar. Sus acciones lo llevaron a ingresar tres veces a la cárcel por delitos tipificados como “menores”.
Oriundo de Gachetá, Cundinamarca, Israel enfrentó una vida marcada por la adversidad desde muy joven. Huérfano desde los dos años, creció institucionalizado en el sistema de Bienestar Familiar, compartiendo espacios con otros niños, niñas y adolescentes que, al igual que él, cargaban el peso de historias rotas. “La mayoría de los adolescentes con los que me crié fuimos personas que, por algún motivo, tuvimos serios problemas afectivos”, relata con un tono grave en su voz.
El entorno moldeó sus decisiones y lo condujo a una vida delictiva. A los 16 años ya se encontraba inmerso en actividades ilegales que lo llevaron eventualmente a la cárcel. Uno de los momentos que más recuerda fue el primer ingreso al sistema penitenciario tras un hurto con cuchillo en el barrio Santa Fe, en Bogotá. Condenado a 66 meses, Israel confiesa que la experiencia no fue grata: “Experiencias muchas, positivas ninguna. Me hice un hombre más tosco. Menos empático”.
En el rostro de Israel Vargas se ven algunas cicatrices, su piel está ajada. En sus manos también guarda algunas marcas de su pasado. Su voz es grave. Pero curiosamente, en sus ojos hoy se ve ilusión. En las aulas de la Universidad Externado de Colombia, 13 estudiantes, tras seis meses de formación en el diplomado en Auxiliar Contable, emergieron con una renovada esperanza.
Este programa desarrollado en colaboración con Casa Libertad y el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) les brindó herramientas académicas y les permitió redescubrirse a sí mismos como agentes de cambio. Entre ellos, destacan voces que, desde sus propias cicatrices, narran su lucha por un futuro mejor.
Para Israel Vargas, tras varios periodos en prisión, la oportunidad llamó a su puerta cuando salió de la cárcel en 2023. Fue a través de Casa Libertad que conoció del diplomado. “Nunca pensé que pudiera con algo así. La verdad, llegar a la Universidad Externado, conocer a los profesores, a las personas… Me despertaron muchas cosas”, asegura. Hoy, Vargas se siente transformado: “Sentí que verdaderamente le faltaba un sentido a mi vida”.
Nuevas oportunidades
Recibir un diploma como Auxiliar Contable para Israel y sus compañeros es motivo de orgullo. Los inspira y los hace pensar en que podrán tener una vida mejor. Justo con ese objetivo se realizó la alianza. Para ofrecerles una nueva oportunidad a personas que en el pasado pudieron cometer algunos errores, pero que en la actualidad se están resocializando y tienen ganas de tener una vida diferente.

María Elena Escobar Ávila, decana de la Facultad de Contaduría Pública de la Universidad Externado de Colombia, explica que en colaboración con el INPEC y Casa Libertad, esta unidad decidió extender la oferta del diplomado a personas pospenadas, brindándoles herramientas para su reinserción laboral y social. La Facultad ha ofrecido durante varios años esta educación continua como parte de su compromiso con la proyección social, beneficiando a diversas comunidades.
El diplomado contó con 13 estudiantes que lograron culminarlo con éxito. Cada sesión presencial representó un desafío de perseverancia y compromiso. Los estudiantes encontraron en las aulas del Externado un espacio para reconstruir su autoestima y proyectarse hacia un futuro diferente. La presencia de Casa Libertad como puente fue clave para garantizar que estas personas, pospenadas, tuvieran acceso a esta oportunidad transformadora.
Así, por ejemplo, Fabian Fuertes, uno de los estudiantes del diplomado, ha desarrollado un emprendimiento eco amigable de ladrillos ecológicos y fue invitado a la COP 16 de Cali (octubre 2024), donde pudo exponer su innovador proyecto. También está el caso de Luis Alberto Vargas, que junto a su esposa también cursó el diplomado y tienen un emprendimiento de reciclaje con el que procuran por un mejor futuro.
Como parte de su colaboración con el INPEC, la Facultad de Contaduría Pública también planea ofrecer cursos y diplomados dirigidos a los guardianes de las cárceles, con el objetivo de fortalecer sus conocimientos y habilidades en su labor.
Las historias de los estudiantes que se graduaron del diplomado en Auxiliar Contable son diversas. Pero un factor en común es Casa Libertad. Cada uno de ellos entró a este lugar y se dio cuenta de que allí tenía un espacio para la resocialización. Verónica Castro Murillo, su directora, explica que anualmente atienden entre 800 y 850 personas que han estado privadas de la libertad. Su objetivo es ofrecer acompañamiento y orientación para la reintegración social, validando su situación jurídica y facilitando el acceso a programas de apoyo.
Al llegar a Casa Libertad, las personas pasan por una fase de acogida donde se revisa su historial carcelario y situación jurídica. También se brinda atención a quienes están en libertad condicional o vigilancia electrónica. Para hacer parte de esta casa, la única condición que existe actualmente es que la persona pospenada sea residente en Bogotá.
«En acogida lo que hacemos es que validamos si la persona ha estado en la cárcel, en qué tipo de situación jurídica estuvo y la razón o el hecho que lo llevó a estar en la cárcel», explica Castro Murillo con suma empatía.
La directora de Casa Libertad señala que muchos de los beneficiarios de este programa provienen de entornos donde el delito se ha legitimado a lo largo de generaciones, lo que dificulta su proceso de reinserción. «El sistema de creencias y conductas de nuestra población válida y legítima el delito. Aquí lo que tratamos de conseguir es que ellos logren percibir su relación con la sociedad de una forma diferente. De una forma más amable. En la que estudian, trabajan y se esfuerzan por obtener sus cosas”, agrega.
Así ha sucedido con Sabina Vaquero. Ella es un retrato de resiliencia ante el dolor. Su relato comienza en Usme, donde llevó una vida que parecía prometedora junto a su esposo. Juntos, administraban un bar. Pero la violencia irrumpió en su vida de manera devastadora cuando su esposo fue asesinado durante un intento de extorsión. “Perdí la cabeza completamente. Porque no fue a un perro al que mataron, fue a mi esposo de toda mi vida”, cuenta entre lágrimas en su rostro y profundo dolor.

El luto la llevó a enfrentar un proceso judicial en el que fue vinculada a un caso de 13 personas. Aunque finalmente fue declarada culpable con una condena de 64 meses, Sabina nunca dejó de luchar por demostrar su inocencia. Durante su tiempo en prisión, se desempeñó como instructora laboral gracias a su formación como contadora de operaciones financieras. “Fue muy duro, pero también fue un tiempo de reflexión”, admite.
Estar en libertad condicional le abrió la puerta a nuevas oportunidades. Encontró en el diplomado en Auxiliar Contable un espacio para redirigir su vida. “Hoy le doy gracias a Dios porque ese dolor se ha convertido en una alegría. Logré renacer y aquí estoy, demostrándome que sí se puede”, afirma con determinación.
“Quisiera que todos supieran que se puede renacer. Que también somos seres humanos que sentimos y podemos aportar a la sociedad”, concluye. Estas historias son un testimonio de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre existe la posibilidad de volver a encender una luz.
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